Un look increíble
Me pellizco pero no, no estoy soñando, el barco que gobernaré en los próximos días es ese que me dejó boquiabierto y que me hizo soñar durante horas cuando se lanzó en 2002.
Remontémonos un poco al pasado, en el 2002 se lanzó una embarcación de 24 pies, un barco enorme, de un tamaño poco habitual para la época y en el que la marca Jeanneau depositó toda su esperanza. El desafío era construir un crucero eficiente, elegante, realmente habitable, pero que siguiese resultando eficaz con velas, aunque navegase con mucha carga. La línea de esta embarcación, diseñada por Jacques Fauroux, el creador de preciosos one off como el DJANGO 2 y el OCEAN SEVEN, arrasa en su lanzamiento y sigue siendo el centro de atención. Esta embarcación se compone de una estratificación de fibra de vidrio y de refuerzos kevlar. La estructura de madera está estratificada al igual que el piso estructural bajo, en el que se sustenta el chasis del motor y la quilla (¡atornillada con pernos de 32 mm de diámetro!).
La embarcación se encuentra disponible en dos versiones de calado: 2,30 m y 2 m. La versión de 2 m dispone de 400 kg de lastre adicional (5 400 kg).
Unos detalles de superyates
Sin acabar de creerme de que no estoy soñando, me subo a bordo por la ancha plataforma y sus 3 escalones revestidos de teca y suelto las cadenas que se deslizan con un resorte para desaparecer en un tubo del balcón de popa: ¡un detalle de superyate! Al instante me doy cuenta de que la versión que voy a gobernar está magníficamente equipada con un puente de teca, un acastillaje cromado, unos winches eléctricos, y un acolchado de la zona para tomar el sol a proa. Al entrar descubro la primera innovación en una embarcación de serie de este tipo: la carlinga.
Al estar dividida en dos zonas distintas por las dobles ruedas de timón (zona a popa de maniobra y a proa de ocio), ofrece también varios niveles de asientos. La zona de maniobra pone a tu alcance los dos winches de Génova eléctricos, los mandos de las luces y del motor en la consola de babor, los mandos del piloto y los repetidores están montados a ambos lados. La posición del mando del motor (king size, cromado) permite llegar a él fácilmente aunque la embarcación se gobierne desde la consola a estribor.
El gran rastreador Raymarine se encuentra instalado al pie de la mesa, a proa. ¿Pero qué son esos pedales al pie de la mesa? Se trata del «Electric Jib furling», una opción que ofrece Jeanneau. Winches, molinete, propulsor, chigres de velas eléctricos: el modelo de la gama Sun Odyssey dispone de la tecnología más avanzada.
Avanzo por la carlinga y paso por delante de una magnífica mesa con un tablero de madera maciza y una barandilla de inox. y a continuación me agarro a los pasamanos realmente anchos.
Para circular con seguridad
Un listón de teca de 4 fantásticos centímetros de altura disccurre de popa a proa y completa la seguridad de los desplazamientos ya que los obenques rematan contra el tambucho y despejan totalmente el paso. Dos manguerotes en el tambucho, 8 portillos de casco, 6 portillos de carlinga, 12 portillos de puente y las dos vidrieras perfiladas laterales proporcionan una buena ventilación, aunque la embarcación también está climatizada (yo no voy a utilizar la climatización –¡ah, esos americanos, ponerle climatización a un velero!. -) !
A proa del palo, una espaciosa zona para tomar el sol totalmente recubierta por una colchoneta.
Luego descubro un estay largable que está realmente bien porque las génovas enrolladas funcionan muy mal cuando sopla un viento fuerte, y un escobén XXL. No estoy seguro de haber visto alguna vez uno tan profundo. El molinete es muy recio y aquí está equipado con un freno de cadena fijado al puente. Este último, dotado de un refuerzo adecuado, permite soportar la tracción evitando la maniobra de instalación del crampón, apoyado en el puente. Por último, justo bajo la nariz de la embarcación, Jeanneau instaló un herraje de protección de acero inox. para proteger el casco de un eventual roce al echar el ancla.
¡Un salón con una cristalera y una mesa de mapa de almirante!
Penetro en el interior de la embarcación por una escalera amplia y poco empinada, una escalera de abuela, y llego a una especie de veranda con una cristalera, inundada de luz, que se compone de dos salones…
¡Se trata del cuadrado! Un salón con bar a estribor y una cocina para 6 a babor con dos sillas, volantes, como en tierra, y es que efectivamente se pueden estibar mientras se navega. La piel leonada que adereza el conjunto le confiere un cierto aire de salón inglés. La cocina en L situada a babor posee mucha luz y está situada a un nivel ligeramente más bajo. Ésta cuenta con una superficie de trabajo de Corian, un frigoboat, un frigorífico convencional, un microondas, una campana extractora, un fregadero de dos senos, una placa de cocina de tres fuegos, un horno y, para colmo de lujo, un armario escurridor para la vajilla con puerta.
A babor, una mesa de mapa digna de un pachá, perfilada, con una consola portainstrumentos de madera también perfilada.
Porque hay que reconocerlo, la calidad de la carpintería realizada en su mayor parte en madera maciza por Jeanneau resulta realmente extraordinaria. Justo detrás se encuentra un armario para colgar los chubasqueros mojados…
Unos espaciosos camarotes
La versión en la que me encuentro dispone de dos camarotes a popa y de uno a proa, un camarote del capitán dotado de una auténtica cama con somier de láminas de 205 x 160 cm, un tocador con asiento, numerosos espacios de almacenaje y un baño y, en la punta, de un camarote «skipper» con un lavabo y un WC –instalado bajo el colchón, qué asco– que estoy encantado de no utilizar y que además, en esta embarcación, se usa como espacio de almacenaje.
Estos camarotes disponen de mucho espacio y luminosidad, y los baños incluyen duchas equipadas, en algunos casos (camarote del capitán), enjarretados y una cortina que evita que el camarote se inunde cuando se utilizan estos equipamientos.
¡Una auténtica fábrica a bordo!
En lo tocante a los sistemas, la embarcación está bastante perfeccionada.
Las aguas grises se centralizan en un depósito que se vacía automáticamente en el mar. Las aguas negras se almacenan en depósitos para dos de los 4 WC. El sistema de suministro de agua potable consta de dos bombas y de una bomba de membrana (que evita que las bombas se disparen con cada demanda. El calentador de agua de 45 L se queda algo corto al contrario que la capacidad de agua (930 L en 4 depósitos de acero inox.).
Desde el punto de vista eléctrico, el propietario de la embarcación la actualizó optando por el confort. La elección de un grupo insonorizado de 110 V permite graduar todos los consumos eléctricos a bordo, incluida la climatización. Los packs de baterías (3: arranque de 12 V y 24 V) están generosamente dimensionados, sobre todo el de 24 V que suministra energía a los winches, al chigre de velas, al molinete eléctrico y al timón proel. La instalación realmente ingeniosa incluye un alternador de alto rendimiento capaz de cargar en 3 fases al 100 % los packs de baterías mientras se navega. Cuando la embarcación está anclada en el muelle, los dos cargadores de 12 y 24 voltios garantizan una recarga rápida, siempre y cuando haya potencia en el muelle.
Por último, un conversor de 1 500 W emite 110 V de forma permanente a bordo.
En el mar
Los canales que discurren entre las islas antillanas registran un fuerte oleaje y no gozan de la protección que brindan las alturas de estas islas. En estos canales las embarcaciones se ven sometidas a unos fuertes embates. Una embarcación pesada, con una potente carena y una importante rigidez garantiza una navegación agradable y segura por esta zona. ¡Y esto nos viene de perlas, porque es justo lo que tenemos entre manos! Esta mañana, al salir de Bequia, nuestra tripulación (de 4 hombres) luce una sonrisa satisfecha tras confirmar la meteorología del día: 20 nudos con ráfagas a 35 nudos este. No todos los días uno puede disfrutar de una navegación deportiva en un crucero eficiente idealmente adaptado al programa, y en compañía de una avezada tripulación. Las 71 millas al través deberían llevarnos 8 ó 9 horas, un plan excelente, porque llegaremos a la hora del aperitivo en Rodney Bay…
Un motor potente
Levantamos el ancla y ponemos rumbo al norte para dirigirnos al extremo oeste de la bahía de Layou en Saint-Vincent y desde allí, rumbo a 15° en dirección a los Pitones de Santa Lucía.
Los 110 caballos del motor Yanmar halan la embarcación sin problema la cual alcanza los 10 nudos a 2 000 revoluciones. Son las 9h00 y, tras salir de la Bahía Almirantazgo, sacamos toda la génova con el winche eléctrico desplegándola con el furler eléctrico. Todo se realiza fácilmente aunque con mayor lentitud que a mano. Izamos la vela mayor semisableada, equipada con 2 rizos automáticos y un tercero manual. También en este caso, las maniobras se realizan fácilmente con el winche eléctrico, pero los regatistas se impacientan tras sus respectivos winches porque saben que podrían ir más rápido. Ya veremos más adelante. Las casi 20 toneladas de la embarcación le exigen un tiempo para halarse a vela, pero una vez lanzada, ¡no habrá nada que la pare!
La caña es suave gracias a los palieres de autoalineación y a la mecha del timón de 50 mm de acero inoxidable que no corre el riesgo de romperse. Yo soy alto y tengo una excelente posición de pilotaje, y la tapadera del alojamiento de salvavidas me sirve de reposapiés.
Al través, con ráfagas a 20 nudos, se puede mantener todo. La escora es ligera, pero como la manga no se encuentra totalmente situada a popa, uno no tiene la impresión de ir tan elevado como en las embarcaciones actuales, con unas carenas más planas, resulta más confortable.
Los ajustes con el winche eléctrico resultan extremadamente fáciles, hasta el punto de que se prepara un motín debido a la inactividad total de la tripulación. ¡De hecho, una vez en faena, maniobro y regulo yo solo, con la ayuda del hada electricidad, este magnífico juguete de 20 toneladas como si se tratase de un 420!
Bzz tesamos, bzz cazamos, bzz amollamos, funciona magníficamente. En mi opinión, el único peligro es que no se produce una sensación de retorno. No se puede medir la resistencia de los aparejos durante estas maniobras. Y teniendo en cuenta el impresionante par de que disponen estas máquinas, se puede bloquear o romper algo, especialmente, al tesar la driza de mayor cuando se agarra un rizo.
Para evitar verme en la situación del capitán Bligh del Bounty, accedo a las reiteradas peticiones de mi tripulación de pasar al modo manual y ajustar con mayor precisión nuestra fantástica embarcación. Continuando al través, con 20 nudos establecidos, llevamos toda la génova y la vela mayor al primer rizo.
Alcanzamos los 9 nudos. Atravesamos dos metros de oleaje casi como si no existiese, ya que los pesos y la carena ayudan mucho. Gracias al bimini no nos mojamos nada y apenas cuando arriamos. La embarcación no cabecea ya que se encuentra bien asentada en sus apoyos como si se desplazase sobre un raíl.
Un chubasco
En la punta norte de Saint-Vincent nos sorprende un chubasco de agua tibia que recibimos en impermeable, bañador y con el tercer rizo y génova tomados. Soltar dos rizos es todo un placer gracias a los winches y al enrollador eléctrico. Sin embargo, deberíamos poder atarnos en algún lado cuando vamos hasta el pie del mástil, a la escora, para agarrar y deshacer el tercer rizo, pero no hay ninguna cincha en la que poder enganchar nuestras correas que, de todos modos, resultarían demasiado cortas dada la manga de la embarcación.
Una vez pasado el chubasco, desplegamos totalmente a mano la vela mayor y luego la génova (y se confirma, los hombres son más rápidos que los winches eléctricos) y alcanzamos una velocidad increíble. Navegamos en viento, con un oleaje de ¾ a proa, nunca por debajo de los 8 nudos.
La embarcación reacciona instantáneamente a las operaciones del timonel que gobierna con el viento en contra y luce una sonrisa extática mientras dirige este poderoso y precioso juguete.
Aún no son las 17h00 cuando nos presentamos sucios, felices y con las velas arriadas ante el paso del puerto deportivo de Rodney Bay, en Santa Lucía, para anclar en una plaza del pontón destinado a los grandes yates para luego irnos a tierra a tomarnos una pinta de cerveza. Recorrimos las 71 millas en menos de 8 horas, con un confort real, ignorando totalmente las condiciones deportivas del día. Durante la travesía, pudimos hasta almorzar un plato caliente y… ¡sentados!
El Sun Odyssey 54 DS es una embarcación realmente lograda. Ésta presenta un look inimitable, una robustez impecable, unos acondicionamientos inteligentes y lujosos, y un comportamiento en el mar de lo mejor. Esta embarcación figura en la lista de mis veleros favoritos de este tamaño, en resumen, ¡ME ENCANTA!
Descubra todos nuestros Sun Odyssey 54 DS entre nuestros anuncios de barcos de segunda mano y ocasión, y conviértase en el propietario de este modelo Jeanneau.
Prueba redactada por François Meyer.